Conviene aclarar, como preámbulo al artículo, que los orígenes del doblaje en España datan del año 1932, con la creación de los estudios T.R.E.C.E., por lo que hablamos de una época en la que el sistema de gobierno en España es la República, cuyo presidente por aquel entonces era Manuel Azaña. Por lo tanto, el doblaje es una profesión más que se lleva a cabo en España como cualquier otra, sin imposición de nadie y con el objetivo de acercar una industria en expansión al público español.
Una vez finalizada la guerra civil española, en 1939, con la victoria del bando sublevado, da comienzo en España un sistema político totalitario bajo el mandato de Francisco Franco. Esto supone que el país vivirá, hasta la muerte del dictador, en un período de autoritarismo con el que se impondría la voluntad del régimen, sobre todo en los primeros años de posguerra.
Impuesta en el bando nacional la Ley de Prensa en 1938, donde ya se suprimió cualquier propaganda republicana, el 23 de abril de 1941 se promulga una orden gubernamental que impone la obligatoriedad de doblar al español todas las películas extranjeras que se exhiban en el país, prohibiendo asimismo la exhibición de películas en versión original. Este hecho, que duró hasta la década de los sesenta, fue aprovechado para censurar aquellos guiones que diferían del pensamiento único y se modificaron a antojo del Ministerio de Información.
En Madrid, el empresario Hugo Donarelli y el actor y director Salvador Arias se encargarían de la censura desde Fono España en los doblajes que llegaran a la capital. En Barcelona se ejecutaría en los estudios de la Metro Goldwyn Mayer, de la mano de José María Ovies o Carmen Robles, entre otros.
Uno de los casos más sonados es el de «Casablanca», en la que se cuenta que Rick (Humphrey Bogart) había combatido en España durante la guerra en el bando republicano, que fue modificado en la censura para decir que había luchado como pudo contra la anexión de Austria. En la película «Mogambo», sin embargo, hay también mucha leyenda, porque, contrariamente a la creencia generalizada de que se convirtió un adulterio en un incesto, el adulterio seguía, pero suavizado, ya que en el primer doblaje (1954) se cuenta que Linda (Grace Kelly) tenía un marido que no sale en la película y que estaba muy enfermo. Sin embargo, al que hace el papel de su marido la censura lo transforma en su hermano, pero no hay relación de incesto en ningún momento, pues únicamente duermen en la misma habitación. Recortaron todo aquello que pudiera dar lugar a entender que estaban juntos, por lo que el espectador español nunca lo identificó como tal. Es decir, Linda seguía siendo infiel a su marido, pero a él no se le veía.
En esas décadas de dictadura, no sólo hubo censura en el doblaje. También hubo censura en la literatura o en la prensa. Por tanto, si leer libros o periódicos no es franquista, ¿por qué alguno se sigue empeñando en que el doblaje es franquista? Pues por una razón muy sencilla: porque la sombra del ignorante es alargada.